Médico neurólogo y psicoterapeuta. Catedrático universitario en México, España, Argentina, Chile y Panamá. Fundador de "Agua Clara", de la Clínica Universitaria "La Concordia" y de "Casa de Vida".
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El suicidio es un misterio. Es un acto personal, propio de una gran individualidad, cometido por un ser humano contra sí mismo, aún así su repercusión es de un enorme impacto emocional en la familia, los amigos, los seres cercanos y en toda la sociedad.
La historia nos demuestra que este comportamiento ha acompañado a la humanidad desde su inicios más remotos y con ello nos damos cuenta de que las causas no pueden ser únicas. Los conflictos pasionales, las disputas familiares, los cataclismos sociales y políticos han sido muy diversos en las diferentes eras y culturas de la civilización. Y en todas ha existido el suicidio.
Resulta tan inexplicable que desde el más humilde labriego hasta el más culto académico han buscado precisamente eso, una explicación.
Desde luego no ha faltado quien asegure que esta acción está marcada por el destino, por la inevitables leyes del arcano; que son profecías que se cumplen o maldiciones que se realizan. Y son por lo tanto inevitables.
Felizmente el hombre nunca se ha resignado al dolor, a la enfermedad ni a la muerte. Desde el día que se irguió y comenzó a caminar sobre la faz de la tierra ha sabido que sus días están contados, que hay una línea final, un cierre de ciclo y aún así siempre ha buscado evadirlo.
La decisión de una persona de ocasionarse la muerte por mano propia, es inadmisible para quienes le rodean porque atenta contra el más sagrado de los instintos, el de la conservación de la vida.
Esto nos lleva a cuestionamientos existenciales.
El Suicidio ¿Es evitable?
Sí lo es. La experiencia lo ha demostrado. Es imposible saber cuando comenzaron las conductas de un familiar o amigo para impedir que un ser querido se quitase la vida. Pero lo más natural es que desde los albores de la humanidad, cuando una persona veía a otra intentando autodestruirse, haya intervenido para evitarlo.
Actualmente en todo el mundo existen organizaciones, grupos e instituciones dedicadas a prevenir el suicidio y los logros que han obtenido estimulan la creación de otros más.
Las vivencias nos lo confirman, el suicidio es prevenible.
¿Cuáles son las estrategias para Prevención del Suicidio?
Fue la Medicina la que comenzó a realizar funciones para evitar el daño, ya fuese adquirido o autoprovocado. Y desde hace siglos se establecieron tres niveles de prevención. Describiremos ahora las etapas de evitación adecuadas al suicidio.
Prevención Primaria.
Es la información. Se realiza mediante campañas en la que se advierte del riesgo, se notifican los centros de atención, se ofrece ayuda personal o profesional, se identifican los signos de alerta y se invita a conservar la vida. Puede hacerse mediante carteles, espacios en la radio, la television y las redes sociales. Es difícil de medir su impacto y su alcance. Puede ser efectuado por profesionales de la publicidad, de la comunicación o por grupos filantrópicos, clubes de servicio y en general toda persona que tenga la motivación suficiente, aún cuando no sea profesional de la salud.
Prevención Secundaria.
También son campañas de información solo que realizadas ante grupos humanos. Se hacen mediante conferencias, reuniones, talleres, charlas informativas en escuelas, centros de trabajo, hospitales, agrupaciones de obreros, clubes civiles. Tiene un gran valor cuando se efectuan en sitios de alto riesgo, como en barrios marginales, áreas citadinas de bajo nivel socioeconómico, alta criminalidad o zonas conflictivas.
Prevención Terciaria.
Es la intervención directa. Consiste en hacer contacto directo y personal con el presuicida. Puede hacerse mediante una llamada telefónica, una cita en el consultorio del profesional de la salud o una conversación con un amigo, familiar o incluso un extraño que no sea profesional de la salud mental.
Prevención Integral.
Lo ideal es que los tres niveles de prevención tengan unidad estructural. Pueden ser realizados los tres por una misma institución, ejemplo el Ministerio de Salud, o la Dirección de Salud Mental. Puede hacerlo también una agrupación civil, religiosa o académica. En el caso de que los tres niveles sean efectuados por instancias diferentes, entonces lo aconsejable es que se conozcan, colaboren y se apoyen.
La prevención del suicidio por vía telefónica ¿Es útil?
Sí. Es una de las mejores manera de prevenir el suicidio, ya que mediante la vía telefónica se puede cumplir con la Prevención Secundaria y la Prevención Terciaria.
Ventajas de la Prevención del Suicidio por Vía Telefónica :
• La persona en conflicto puede solicitar ayuda en cualquier momento, cualquier día y a cualquier hora. Por este medio puede recibirá el soporte, justo cuando la necesita.
• Hay una gran ventaja en recibir ayuda telefónica ya que la persona en crisis, puede recibir la asistencia desde su casa, su trabajo o cualquier sitio en el que se encuentre, sin necesidad de desplazarse hacia un hospital o centro de salud.
• Al pedir ayuda por vía telefónica puede sentirse en confianza, porque no ve a la persona que le asiste. Muchas personas se sienten cohibidas cuando expresan sus emociones o narran sus conflictos personales y de esta manera al hablar a alguien a quien no conoce y no ve, puede sentirse con mayor libertad.
• Acudir a buscar auxilio cuando se tiene ideación suicida, implica desplazamientos, suspender labores y tal vez gasto en pago de una consulta profesional. Al hacerlo por vía telefónica se obtiene tranquilidad de recibir apoyo sin costo.
• Cuando la persona está en demanda de atención y ser escuchado, una llamada telefónica le garantiza que tendrá el tiempo suficiente para expresar todo lo que requiera.
Problemática de la Prevención del Suicidio por Vía Telefónica :
Llamaremos a la persona que busca ayuda “El Solicitante” y a quien ofrece el apoyo lo nombraremos “El Asistente”.
• El Solicitante puede sentir desconfianza de contar sus problemas íntimos a una persona que no conoce y además que no la ve.
• El Solicitante puede estar en crisis de angustia severa, profunda depresión o incluso en brote psicótico y por ello no ser muy claro al momento de describir su situación. Y tal vez necesite asistencia médica de manera urgente.
• Algunas personas tienen un canal de expresión muy visual o cinestésico. Dicen mucho con sus gestos, lenguaje corporal o incluso gustan de dibujar o escribir. Y por ello al teléfono, El Solicitante pudiera sentirse incómodo o limitado.
• Por otra parte existen personas cuyo canal perceptual es el verbal y tener un lenguaje abundante y disperso. Al tener la escucha garantizada pudiera ocurrir que El Soliciante hable demasiado, narre múltiples anécdotas sin relación y se extravíe hacia otros temas.
• El Asistente puede tener dificultad para controlar el lenguaje verborreico de una persona muy verbal. Es necesario que aprenda fórmulas para interrumpir y detener sin ofender.
• Es posible que también El Asistente utilice el lenguaje visual y cinestésico y tenga dificultad para comprender el conflicto de El Solicitante porque no ve sus expresiones faciales y su lenguaje corporal.
• El Asistente recibirá la queja, el dolor, la angustia y el proceso conflictivo que le ha descrito El Solicitante. Le brindará su asesoría de la mejor manera, pero es posible que algunos de los problemas que le fueron narrados, se parezcan a los suyos y le reactiven situaciones no resueltas. Es posible entonces, que El Asistente entre en angustia.
• En ciertas ocasiones El Solicitante interrumpe bruscamente la comunicación, por su problemática personal. O puede suceder que le diga a El Asistente, que no quiere seguir escuchando porque no le gusta lo que se le está diciendo, porque no le sirve o porque no es lo que deseaba oír. Y esto puede hacer que El Asistente entre en frustración o sentimiento de incompentencia.
Estrategias para manejar la llamada telefónica y dar un mejor auxilio. El Triángulo de Karpman en el Suicidio.
El suicida como víctima
Este es el rol tradicional, la persona se mata porque no puede mas con su sufrimiento. Alguien o algo le ha causado su infortunio y le ha hecho víctima de su maldad. El autohomicida es el empleado injustamente despedido por un patrón sin alma, el amante bueno abandonado por la mujer maldita, el hijo incomprendido por sus exigentes padres, el empresario que perdió su fortuna por culpa de la Bolsa de Valores, el alcohólico o adicto que se mata no por su vicio sino por la incomprensión de la sociedad, el artista sublime que no ha sido entendido por su anticuado y obsoleto mundillo cultural. El suicida víctima nunca se siente culpable o responsable. Siempre encuentra alguien a quien atribuirle su desdicha.
En las Categorías Diagnósticas de Jeffrey Zeig, sería un extrapunitivo porque alguien que no es él, siempre será el culpable. Será exteriorizado, porque las causas de sus problemas siempre las atribuye a lo que le hacen, lo que le pasa o lo que el ambiente le provoca. Suele ser un gran amplificador, ya que su vida la ve y la vive como una tragedia. Y en cuanto a la percepción de drama que lo lleva a intentar el suicidio, puede ser focalizado, como cuando acusa a una persona de su muerte. O también puede ser difuso, cuando echa la culpa al mundo, a la pobreza, a su depresión.
Las notas póstumas son legados de victimización. El fallecido suele dejar un texto incriminatorio donde acusa directamente a “alguien o algo” como la razón que tuvo para matarse.
Son comunes las cartas donde se le reclama al amante por su abandono, al mundo por su injusticia o a la sociedad por su pobreza.
En nuestra ciudad, en 2013 se suicidó un policía y dejó una carta acusando a sus dos jefes superiores por malos tratos y discriminación laboral. Aún cuando la familia y compañeros de labores aportaron suficientes pruebas de su inestabilidad emocional, hubo de hacerse una investigación judicial para deslindar responsabilidades, con el consecuente escarnio social para los acusados y el descrédito para el Departamento de Policía.
Una chica empleada de una joyería, da por terminada la relación con su novio de 22 años informándole que se debía a su alcoholismo, incapacidad para encontrar empleo y el trato violento que le daba. Dos años después ella se casa con otro y el abandonado que continúa bebiendo y sin trabajar, se suicida ahorcándose en una reja frente a la casa de ella, después de haberle enviado un disco con la canción de Juan Valentín que a la letra dice:
Por tu culpa, nomás por tu culpa
hoy mi vida la traigo amargada,
me pagaste con la peor moneda
te entregaste a otro cuando más te amaba
por tu culpa nomás por tu culpa
ya mi barca perdió su destino,
tu retrato maldigo entre copas
y ahogo tu recuerdo en el mar de mi olvido.
La gran mayoría de los suicidios no ocurren como un acto espontáneo. Suele haber una ideación largamente meditada y el mismo momento del suicidio cuidadosamente pensado y diseñado. Aún cuando parezca simple como colgarse o tomar una sobredosis de medicamentos. Ha sido preparado desde mucho tiempo antes. Ese sufrimiento reiterado es victimoso. El suicida se toma días, meses o años en crear su rol de víctima. Se convence a sí mismo de que siendo víctima no tiene otra solución que serlo hasta el último de los días y por ello lo apresura. Elige cuidadosamente a su victimario, para que todo el mundo sobreviviente lo sepa, por ello deja su carta. Y cuando no deja la nota siempre se habrá tomado el cuidado de advertirle a las personas cercanas, sean familiares, amigos o compañeros de trabajo de que había algo o alguien que lo amenazaba.
Es frecuente que al ocurrir un suicidio, al lugar de los hechos llegan primero los periodistas y después los peritos forenses. Ya para cuando hacen su arribo los expertos, los reporteros han entrevistado a los parientes y les han hecho la pregunta obligada ¿Por qué se mató su familiar? Con inusitada frecuencia los interrogados responden “No sabemos, no nos lo explicamos. No tenía ningún motivo para hacer eso” Sin embargo durante la autopsia psicológica, encontramos que el desaparecido había enviado grandes cantidades de mensajes subliminales y otros muy claros. Tales como “yo no tengo para que vivir”, “a mí nadie me quiere” “yo no sirvo para nada” “no sé que hago aquí” y muchas otras expresiones similares, que provocaban sensación de compasión y movían a ofrecerle ayuda. Después hastío, hasta que terminaban por ignorarlo. Con ello confirmaba su rol de víctima y entonces tomaba la decisión. Una especie de reclamo “¿Ven como tenía razón”?
El suicida como victimario
La Dra. Hilda Marchiori reconocida criminóloga y victimóloga argentina y mexicana es responsable de la publicación de la revista anual “Victimología” que edita la Universidad Nacional de Córdoba. Hilda me hizo una gentil invitación a colaborar en el número correspondiente al 2004. El artículo se llamó “Análisis de la Nota Póstuma del Suicida” y revisamos algunos textos dejados como mensaje a familiares y autoridades por parte de quienes se habían suicidado. La conclusión final fue que en muchos casos la carta del fallecido era un reclamo. Aún cuando el tono suele ser humilde y exculpatorio, en el fondo expresa rencor, resentimiento e incluso deseos de venganza. En no pocas ocasiones incluyen maldiciones o profecías fatales.
La consabida frase “no se culpe a nadie de mi muerte” puede ser una fórmula protocolaria, más dictada por la tradición y la novelística que por el sentimiento real. Ya que en realidad el suicida que decide dejar una nota, es precisamente porque quiere culpar a alguien y que se conozcan los motivos de su muerte. Mezcladas entre las líneas de amor y agradecimiento van expresiones de exigencia y rabia.
El suicida entonces se convierte en un agresor con alto grado de impunidad, ya que no hay manera de responder al daño que deja. Los familiares y amigos tendrán que cargar por siempre con su resentimiento, porque ya no habrá manera de regresarle la ofensa.
Algunas veces los textos son cartas de amor. Los familiares, amigos o personas supuestamente amadas pueden llegar a confundirse gravemente. El estudio de las líneas escritas revela que entre las expresiones de amor se esconde un gran resentimiento, odio o venganza. En ocasiones el escrito es tan poético que nadie se da cuenta de que oculta sentimientos destructivos.
Un joven de 14 años, albañil de oficio vivía con sus hermanos mayores y tenía a su madre viviendo en una ciudad lejana. Se ahorcó en un árbol cercano a su vivienda y dejó una nota que decía : “Madre querida te adoro, te amo, eres lo mejor de mi vida. Perdóname por lo que voy a hacer pero es que ya no puedo más. Solamente tres cosas quise en la vida, que te sintieras orgullosa de mí, estudiar y ser alguien en la vida. Como no lo he logrado mejor me voy. Ahí quedan mis hermanos, a ver si ellos pueden darte lo que yo no pude….madre querida, te adoro”. Esta nota contiene la disculpa, el mensaje de amor y la atribución de responsabilidad por el acto. Sin embargo, haciendo un análisis de discurso se encuentra un claro reclamo. Cuando un joven de apenas 14 años le dice a su madre que no logró que ella se sintiera orgullosa y está frustrado porque no alcanzó las tres metas que cualquier muchacho normal, apenas estaría iniciando. Para concluír les deja la responsabilidad de cumplir la tarea a sus hermanos.
Aún cuando la nota parece exculpatoria e intrapunitiva, en realidad culpa a la madre de su mala vida y les deja a los hermanos la tarea de cargar con lo que él no pudo.
Un empleado alcohólico con empleo fijo, esposa y dos hijos se colgó en el patio de su casa. La nota póstuma rezaba “..Laura perdóname, tu no tienes la culpa…amo a Jenny pero nunca me animé a decírselo, no puedo vivir con este dolor...Laura me casé contigo sin quererte..siempre la he querido a ella” En una nota tan breve se encierra una tragedia. Un hombre que solo mediante su muerte se anima a decirle a su esposa que no la ama y le deja la amargura de decirle que lo hace por otra mujer. Para colmo confiesa que a la otra amada, nunca se lo dijo. Habrá ahora dos mujeres que se sentirán involucradas y culpables o avergonzadas, sin haber participado directamente en la decisión fatal.
Un hombre de 24 años se ahorcó en una casa donde vivía solo porque estaba separado de su esposa. Previamente se había herido en ambas muñecas y con su sangre escribió en las cuatro paredes “..Martha te amo, eres lo máximo..”, “..no soy suficiente hombre para ti..”, “..te quiero Martha pero no puedo contigo..”, “ ..yo soy el culpable de todo..” Aún cuando en dos de las paredes escribió frases liberadoras como Te amo y soy el culpable, en realidad el mensaje es agresivo para la esposa a la que culpa porque “..no soy suficiente hombre para ti y no puedo contigo..” Está recriminándole que es muy exigente y no termina por satisfacerla. Entonces ella es la verdadera culpable de su muerte. Por la atribución del daño a la mujer, el mensaje es agresivo, el suicida termina siendo victimario porque la esposa deberá cargar con la culpa por el resto de sus días. El fallecido omitió decir que la razón por la cual la mujer lo había abandonado fué porque era borracho, la golpeaba y no trabajaba.
En ocasiones la conducta violenta se lleva a ultranza cuando el suicida después de muerto, seguirá ocasionando daños.
Un hombre de 38 años había tenido un accidente de trabajo en el que perdió ambas manos. Como suele suceder en estos casos el Seguro Social le otorgó pensión completa. Sin embargo el individuo utilizó su evidente defecto físico para convertirse en limosnero. En un frecuentado crucero de grandes avenidas de la ciudad pedía dinero sosteniendo una gorra con sus muñones. Después de unos cinco años de verlo en esa situación, los habitantes nos enteramos por la prensa que su esposa se había suicidado ahorcándose. En su nota de despedida le acusaba de ser un maltratador. Se quejaba de que la golpeaba, no le daba suficiente dinero y además no había aceptado planificar la familia, de manera que tenían seis hijos. La noticia causó consternación. La sociedad se preguntaba ¿cómo había sido el hombre capaz de golpearla si carecía de manos? Dos meses después él también se ahorcó. De alguna manera se ingenió para tender el lazo y colgarse. Mas impresionante fue el hecho de que escribió una nota póstuma. En ella dejaba a sus seis hijos repartidos, a cada uno de sus hermanos le encargaba a dos de sus chicos. El tono del texto era lastimero y querulante. Pero a final de cuentas, el suicida era un gran dañador, primeramente había lesionado a una sociedad haciéndose pasar por indigente cuando recibía una pensión, golpeaba a su esposa y para cerrar el capítulo cargó a sus hermanos con sus hijos, responsabilizándoles de su educación, alimentación y todo su futuro.
Un policía casado y con hijos entró en relación sentimental con una compañera policía. Ella también era casada, pero su esposo vivía y trabajaba en Estados Unidos. El romance duró dos años y el lugar donde se citaban era en la casa de ella. Cierto día, la mujer le avisa a su compañero que el marido ha regresado y que por lo tanto su amorío deberá terminar. El insistió en continuar como lo habían estado haciendo y ella reiteradamente se negó. Otro día, cuando la mujer se encontraba trabajando, el amante que tenía llave de la casa, entra en ella, se acuesta en la cama matrimonial y con su arma de cargo se dispara en el corazón. Es fácil imaginar el enorme daño que causó a varias personas. A su esposa e hijos que se enteraron de esta manera trágica que su esposo y padre había tenido una relación ilícita. La amante que tuvo que explicar que hacía el cadáver de ese hombre en su propia cama y el marido que recién regresaba para reintegrarse a su vida familiar y se encuentra que era engañado y además burlado por el seductor, que incluso se dio el gusto de hacerle una broma pesada.
Concluimos entonces que el suicida en su último recado deja un mensaje para que el destinatario se sienta culpable y por ello sufra toda la vida. Frases tales como : “..ya que no me quisiste..”, “..en vista de que no te importo..”.
También suele dejar exigencias por cumplir como “..cuiden a mi madre..”, “..ahí te encargo a mis hijos..”, “..ojalá que no me olviden..”.
La nota póstuma puede contener también profecías o maldiciones como “..nunca me olvidarás..”, “..no te voy a dejar descansar..”, “..nadie te amará como yo lo hice...”.
Esto debe hacernos pensar que el suicida no es una víctima estrictamente. Al irse dejando tras de sí reclamos, exigencias y maldiciones entonces se convierte en un victimario porque lesiona a los sobrevivientes, particularmente a los involucrados en la nota. Luego entonces quedan las ofensas guardadas en la memoria de los familiares, la amante o cualquiera de los mencionados en el mensaje.
El suicida como salvador
La muerte voluntaria tiene también usos místicos, filantrópicos o patriotas.
Este tipo de suicida tiene nombre propio, se llama Mártir. Prácticamente todas las religiones, regímenes políticos, ideologías y naciones tiene una larga lista de hombres y mujeres que dieron su vida (una manera suave de nombrar al suicidio) por una causa y eso es martirio.
Algunas personas se quitan la vida porque creen que con ello le evitan sufrimientos a sus familiares, a su pareja. Suele verse en las personas que tienen enfermedades terminales o crónicas con mucho gasto en medicamentos, hospitalizaciones o que requieren de muchos cuidados como los paralíticos.
Experiencias y Reflexiones
Con base en la experiencia adquirida en nuestro Centro de Atención Telefónica para la prevención del suicidio, ofrezco las siguentes sugerencias :
• El sustrato fuerte de un equipo de ayuda está en “El Asistente” quien debe ser una persona muy protegida, apoyada y acompañada por profesionales de la salud mental.
• La Prevención Primaria es esencial. Debe hacerse una campaña permanente de información y difusión del servicio que se ofrece. Conviene posicionar el nombre “Esperanza de Vida” en redes sociales, carteles, radio y televisión para que todas las personas lo identifiquen y piensen en el servicio.
• La Prevención Secundaria también es muy necesaria. Promotores del mismo grupo ya sea personalmente o a través de videos pueden presentarse ante grupos sociales como empresas, talleres, sindicatos, clubes sociales, grupos escolares dando a conocer el servicio que se ofrece. Destacando que “…el suicidio es evitable…”
• Es muy conveniente que el grupo “Esperanza de Vida” tenga un soporte institucional con hospitales y centros de salud oficiales, del Ministerio de Salud o de alguna agrupación académica, tales como Hospitales Universitarios, para la continuidad de los casos y para la solución de los casos graves.
• Cuando se presentan casos urgentes, como aquella persona que llama avisando que ya ha ingerido tabletas o venenos, o quien se ha ocasionado heridas, o se halla al borde de una altura o a punto de colgarse; es importante contar con una conexión a servicios de rescate, para la intervención oportuna. El Asistente puede mantener a El Solicitante en la línea y detener su intento, hasta que sea rescatado.
• El Asistente, requiere una capacitación constante para fortalecer su estado emocional. Y en los casos en los que se ha sometido a un estrés intenso, recibir terapia psicológica.
• Todo presuicida, aún cuando ha recibido terapia, puede volver a intentarlo. Es importante un programa de seguimiento.
BIBLIOGRAFÍA
1. “A FAVOR DE LA VIDA” Grijalva Héctor
2. “EL SUICIDIO”. Emile Durkheim
3. “SUICIDIO. ¿Qué sucede realmente en el otro lado? Pamela Rae Heath